Amar es cumplir la ley entera.

"Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros como yo les he amado. En esto conoceran todos que son mis discípulos: en que se aman unos a otros". (Jn 13, 34-35)

Esta es una de las obras de Dios

martes, 22 de febrero de 2011

UN VIAJE SUPER





Este fin de semana pasado los corintios de Corire se fueron a la playa en Camaná y alli se encontraron con otros corintios de Ocoña y Planchada. Fue un viaje muy alegre propio de los "locos" corintios. Los acompañó el Párroco de Corire el P. Martín Quintana. Aquí algunas fotos.

domingo, 13 de febrero de 2011

El encuentro personal con Jesucristo


Es una realidad ineludible que son pocos los cristianos que dan un lugar preponderante a su fe, a su religión, en la escala de valores de su vida. Desgraciadamente, la mayoría de los bautizados practica su fe (si es que se le puede llamar así) esporádicamente, cuando los compromisos sociales lo requieren; cuando se presenta una enfermedad, un accidente, un fracaso, etc.; cuando se tienen necesidades urgentes y se recurre a Dios como un proveedor o como a un genio o un mago poderoso; o, simplemente, cuando “les nace” o “cuando tiene ganas y libremente deciden hacerlo”.
El cristianismo así vivido, está muy lejos de ser auténtico, ya que éste es mucho más que una simple religión, más que un conjunto de practicas o ritos fríos o tal vez sentimentales y emotivos. El cristianismo es una forma de vida que involucra a toda la persona, con todas sus relaciones con los demás, con el mundo y su entorno y, desde luego y sobre todo, con Dios.
Y para que esto sea una realidad, es preciso e indispensable un primer paso, que de hecho se da en el bautismo: tener un encuentro personal con Jesús, por medio del Espíritu Santo que se nos da a plenitud en este sacramento y en el de la Confirmación, el cual viene a ser la respuesta consciente a la vocación de cristianos y la aceptación plena y voluntaria de la presencia en nuestra vida del mismo Espíritu; cosa que no es posible, si la persona es bautizada cuando es pequeña, como se acostumbra en nuestra Iglesia, o bien no recibe una preparación, sensibilización y formación doctrinal adecuadas.
Sin embargo, hay que reconocerlo, a la mayoría de los que reciben el sacramento de la Confirmación “les pasa como si nada” porque no entienden la trascendencia de ese paso en la vida de fe, y por ende no siguen alimentando las gracias en él recibidas, ni estrechando y acrecentando su relación personal con Dios.
Es por ello que se hace indispensable tener una experiencia de encuentro personal con Jesucristo, por medio de su Espíritu, que venga a renovar, a actualizar, a revitalizar y a reactivar aquellas que se tuvieron en los sacramentos de iniciación cristiana, para que, a partir de ahí, se empiece a construir nuestra vida bajo la inspiración de Él, y a la luz de la Palabra de Dios, la cual guía nuestros pasos en nuestro caminar por la vida.
La triste realidad es que son muchos los que rechazan, rehuyen o son indiferentes a este encuentro, ya sea por temor al compromiso con Dios y a no poder cumplirlo; por estar muy “a gusto” con la vida que llevan, aunque ésta no encaje en el plan de Dios y esté envuelta en el pecado; o simplemente por no conocer lo que significa dicho encuentro, y todas sus consecuencias maravillosas y fecundas en gozo, paz, amor, confianza, mansedumbre, dominio de sí mismo, y muchos más frutos del Espíritu. Y es que no hay otra forma de conocer a plenitud, que experimentarlo en carne propia, como una respuesta de amor y esperanza.
Hermano(a): Sí tú no has tenido esa experiencia, Jesús te está llamando permanentemente a ese encuentro personal con Él, y puedes temerla a través de diferentes tipos de retiros; encuentros de evangelización o renovación, cursos, etc., los que te pueden preparar y disponer al encuentro cotidiano con Él, por medio de los sacramentos, particularmente la Eucaristía y la Reconciliación; por la oración personal; la lectura y meditación de la Biblia; la contemplación de la creación; la ayuda al prójimo; los acontecimientos; etc.
Hoy es el día para tomar la decisión de darte una oportunidad de encontrarlo, o más bien dicho, de dejarte encontrar por Jesús, para que inicies una verdadera vida nueva, aquella que Él vino a traernos. El Señor te seguirá esperando pacientemente y, aunque su paciencia es infinita e ilimitada, nuestro tiempo sí es limitado y se agota cuando menos lo esperamos. Por ello, no postergues más esa decisión de tener un encuentro personal con Él, porque, de otra forma, puede hacerse efectiva en ti la sentencia de Jesús que hoy nos recuerda el Evangelio: “La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular(...) Por esta razón les digo que les será quitado a ustedes el Reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos”.